Frontera en Guajira sigue como cuando estuvo cerrada

 




“Hoy podemos decir que tenemos la frontera abierta de par en par y circulando nuestros pueblos del lado de Colombia, del lado de Venezuela, circulando mercancía, mejorando el comercio, mejorando las cosas”. Estas fueron palabras de Nicolás Maduro el 3 de febrero de 2023.


El equipo de Radio Fe y Alegría Noticias se fue hasta la raya de Paraguachón, en Guajira, estado Zulia, para conversar con quienes hacen vida en la zona, como comerciantes y transportistas, y conocer la dinámica luego de la reapertura de la frontera. También para saber en qué ha cambiado sabiendo que estuvo cerrada desde el 8 de septiembre de 2015, es decir, 7 años.


Gerardo Nava, transportista venezolano en la frontera desde hace mas de 25 años, comentó que “todo sigue igual” que en los últimos 7 años.


Además, denunció que les exigen dinero en alcabalas formales e informales para dejarlos pasar. “Al pasajero uno lo trae barato y aparte, hay que ir repartiendo dinero por todo el camino (…) me encontré tres trancas ahorita de 10.000 y de 5.000 pesos (colombianos) cada una”.


“La carretera (de la frontera en la Guajira) no sirve de punta a punta”


La distancia aproximada desde Paraguaipoa hasta la raya en Paraguachón es de casi 20 kilómetros, tramo que pertenece a la Troncal del Caribe, cuyo mal estado hace que los transportistas colombianos prefieran no pasar a Venezuela para evitar dañar sus vehículos.


José Atencio, también transportista, aseguró que “ahorita la carretera está demasiado deteriorada, hay demasiados huecos y estamos buscando la solución con la alcaldesa a ver si nos puede brindar el apoyo de arreglar la vía (…) a la alcaldesa tenemos rato que no la vemos por ahí por la carretera. No nos tiene en cuenta”.


Hacen falta más de 800 mil pesos para cruzar en vehículo particular a Colombia. Pero no solo la vialidad y las alcabalas formales e informales limitan el cruce de vehículos de Colombia a Venezuela manteniendo la dinámica de los últimos años, sino que los venezolanos no cruzan a territorio neogranadino porque no pueden costear el gasto.


Además de los documentos de identidad, son necesarios: 


El título de propiedad del vehículo o documento de autoridad del mismo.


El SOAT o póliza de seguro equivalente.


Placas identificadoras del país de origen.


Certificado que valide que el vehículo está en óptimas condiciones mecánicas y de seguridad.


Para realizar estos trámites, el gasto es entre 800 mil y un millón de pesos colombianos, lo que equivale a 210 dólares aproximadamente.


Pero además, el gasto se suma al envejecido parque automotor venezolano, pues en la nación se dejaron de ensamblar y fabricar autos en el año 2006, por lo que presentan mayor desgaste. Esto incide en la evaluación de condiciones mecánicas y de seguridad.


Los comerciantes no perciben mejoras en la frontera en la Guajira. Gabriel Sánchez, comerciante colombiano que hace vida en la zona desde hace 4 años, dijo a Radio Fe y Alegría Noticias que desde la reapertura de la frontera los mercados están muy intermitentes, pero de resto no hay cambios, pues “la gente sigue pasando a pie. Todo sigue normal”.


¿Relación desigual?


Entre tanto, los motorizados venezolanos se quejan porque los motorizados colombianos, a diferencia de ellos, sí pueden cruzar y pasar libremente la frontera trayendo pasajeros hasta Paraguaipoa, Los Filúos, Guarero, Carretal, entre otros lugares, quitándoles la posibilidad de conseguir usuarios desde la raya hasta los distintos lugares del municipio Guajira.


En contraste, los venezolanos no pueden pasar hasta Maicao y otras poblaciones colombianas al no cumplir con los requisitos mencionados anteriormente.


Alexis Larreal, motorizado venezolano en la frontera, consideró que “si ellos agarran su carrera de Maicao, que los dejen aquí en la raya y uno se encarga de llevarlos hasta su lugar”.


La dinámica en la frontera de Paraguachón es la misma que ha existido durante los últimos 7 años, todos llegan hasta la raya.


Por un lado, los transportistas colombianos aseguran que no cruzan al territorio venezolano para evitar el “matraqueo” en las alcabalas formales e informales y el mal estado de la carretera, mientras que los transportistas venezolanos no tienen cómo costear los trámites necesarios para adquirir la documentación que exige el Gobierno del país vecino para ingresar a su territorio. Solo el transporte de carga pesada mantiene su tránsito que va en aumento día tras día, pero el pueblo sigue haciendo su cruce de un lado a otro a pie.


Fuente: Radio Fe y Alegría Noticias



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